Hoy es el Día Mundial de la Diabetes. Cada año se diagnostican 80.000 nuevos casos de esta enfermedad en niños. En esta nota te contamos la importancia de la detección temprana.

 

En todo el mundo existen unos 500.000 niños y niñas con diabetes. El 90% sufre diabetes tipo 1, en la que el páncreas no produce insulina, una hormona que permite a la glucosa ingresar a las células y generar energía. Se calcula que cada año, otros 80.000 niños en el mundo desarrollarán este tipo de diabetes. En nuestro país, se diagnostican aproximadamente entre 5 y 10 nuevos casos cada 100.000 personas anualmente. En el Día Mundial de la Diabetes, recordamos que la detección temprana de la enfermedad en la infancia es fundamental para su tratamiento y control.

La frecuencia de la diabetes está aumentando en todo el mundo, y los estudios muestran que también crece el riesgo de que la padezcan los niños. No se conocen bien las razones de ese aumento. Con el paso del tiempo, la diabetes puede dañar el corazón, los vasos sanguíneos, los ojos, los riñones y los nervios, hasta causar la aparición de problemas crónicos y provocar una muerte prematura.

La diabetes de tipo 1 (denominada también diabetes insulinodependiente, juvenil o de inicio en la infancia) aparece cuando el páncreas no es capaz de producir una cantidad suficiente de insulina, la hormona que regula la presencia de azúcar en la sangre. Se ignora la causa, pero parece que se trata de una mezcla de factores genéticos y ambientales.

Por otro lado, los especialistas informan que es una enfermedad autoinmune: los pacientes nacen con una predisposición genética que favorece que, ante la presencia de determinados factores externos medioambientales, se desencadene una respuesta inmunológica exagerada y equivocada que daña al propio organismo.

 

La importancia de la detección temprana

En algunos casos la diabetes se diagnostica por hallazgo, ante la presencia de una glucemia alterada en un control de rutina. Sin embargo, lo más frecuente es que los padres observen que los niños comienzan a tener más sed que lo habitual, despertándose de noche a beber. A esto se suma una mayor frecuencia y cantidad de diuresis, lo que a veces provoca que niños en etapas de aprendizaje de control esfínteres, que habían logrado dejar los pañales, vuelvan a orinarse en la cama.

Si estos síntomas pasan desapercibidos, comienzan otros más serios, como el adelgazamiento rápido, la deshidratación y un franco decaimiento. Esta etapa es crítica para realizar la consulta y el diagnóstico oportuno, ya que de no hacerlo, comienza la descompensación diabética, con un cuadro de intolerancia digestiva, vómitos, dolor abdominal severo y alteración del sensorio que pueden poner en riesgo la vida del paciente.

 

 

 

 

14 de noviembre de 2018
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