En la actualidad los términos bienestar y salud suelen utilizarse de manera indistinta. Aunque se usen como sinónimos, la salud y el bienestar son conceptos diferentes. En esta nota te explicamos por qué y cómo están relacionados.

¿Cuáles son las diferencias?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la salud como ‘el estado de completo bienestar físico, mental y social y no simplemente la ausencia de enfermedad o dolencia’. Esta definición es holística, totalizante y en muchos sentidos idealista.

La mayoría de los especialistas y médicos valoran la salud como la ausencia de enfermedades. Un paciente está saludable en la medida en que los exámenes y pruebas de rutina no encuentran indicios de enfermedades, trastornos o desequilibrios que lo puedan comprometer física o emocionalmente. Cuando hablamos de salud debemos entender tanto el aspecto físico como psicológico.

¿Qué hay entonces del bienestar? El Instituto Nacional de Bienestar de los EEUU (NWI) lo describe como un ‘proceso activo a través del cual las personas se dan cuenta y toman decisiones para lograr una existencia más exitosa’, teniendo en cuenta seis ejes fundamentales: Emocional, ocupacional, físico, social, intelectual y espiritual.

Dado que el éxito es una categoría subjetiva, el bienestar es muy subjetivo. La salud no deja de serlo, pero los criterios científicos permiten establecer una línea más clara entre saludable y no saludable.

La salud se refiere a un estado de equilibrio en cuanto a dolencias, enfermedades y afecciones (tanto físicas como psicológicas) y el bienestar se refiere a un espectro más general de satisfacción, tranquilidad y prosperidad en diversos aspectos de la vida. 

La relación entre la salud y el bienestar

El bienestar de una persona incide en su salud, y la salud de esta incide en su bienestar.

El bienestar gira en torno a la toma de decisiones voluntarias. Las decisiones que tomás en diferentes aspectos de tu vida tienen un impacto directo en tu salud, en forma positiva o negativa.

Por ejemplo, la cantidad de horas que duermes, la dieta que elijas consumir, la cantidad de ejercicio que haces, el lugar donde vives y trabajas, tu situación económica, la interacción que tenés con los demás, tu actitud y habilidad para expresar tus emociones no pasa desapercibido en tu estado de salud general. 

Simples actividades o elecciones que incluyes en tu día a día hacen una diferencia radical en la valoración objetiva y subjetiva de tu salud. Meditar, leer, practicar yoga, practicar la atención plena, gestionar de forma adecuada tus finanzas, destinar momentos para compartir con los demás, sonreír, hacer deporte y desempeñarte en un ambiente laboral tranquilo, entre otras cosas, es bueno para tu salud en general.

No podés controlar al 100 % tu salud, pero sí podés tomar decisiones e implementar un estilo de vida beneficioso para disminuir las probabilidades de desarrollar una afección grave.

06 de abril de 2022
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