En el día del paciente trasplantado, es muy importante que tomemos conciencia sobre la relevancia de la donación para poder dar vida.
Hoy, 6 de junio se celebra el Día Mundial de los Pacientes Trasplantados. El propósito es poner en agenda pública y divulgar la trascendencia de convertirse en donante de órganos.
Para muchos pacientes crónicos o terminales, el trasplante es la única alternativa de vida, por ello, este día nos permite promover una cultura de donación de órganos y de esta manera, dar a los pacientes en espera una oportunidad para seguir viviendo.
Recordamos, además, que la «Ley Justina» (en evocación de Justina Lo Cane, una nena de 12 años que murió esperando un corazón) se reglamentó este año en nuestro país mediante un decreto presidencial, publicado en el Boletín Oficial. Esta nueva Ley de Trasplante de Órganos, Tejidos y Células busca dar respuesta a los 10.255 argentinos que actualmente están en lista de espera para un trasplante.
La ley N° 27.447 dispone que «toda persona capaz mayor de 18 años» es posible donante de órganos o tejidos, salvo que haya dejado constancia expresa de lo contrario. Entonces, antes de hacer una ablación, los médicos deberán corroborar si el donante, en vida, informó su negativa, algo que se puede hacer a través del INCUCAI, el RENAPER, los Registros Civiles, los Organismos Provinciales de Ablación e Implante, el Correo Oficial, o el perfil digital de Mi Argentina.
Según datos oficiales del Ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires, se realizaron 6.689 trasplantes en los últimos diez años; un promedio de 600 anuales (ciudad con mayor cantidad de intervenciones de este tipo en el país). De acuerdo a datos estimativos para 2017, el 41% fueron de riñón, el 28 % de hígado, el 13% de corazón, el 5% de pulmón y el resto se reparten en otros órganos y combinados.
El trasplante requiere un tratamiento médico complejo, consiste en el reemplazo de un órgano vital o un tejido enfermo sin posibilidad de recuperación, por otro sano. Para que llegue a efectuarse, se necesita contar con alta tecnología médica pero, fundamentalmente, se requiere de la solidaridad de la sociedad a través de sus donaciones: sin órganos, no hay trasplantes posibles ni vida.
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