Surmenage, burn-out, varios son los nombres con que lo llaman. Lo cierto es que cuando hablamos de estrés laboral nos referimos a un agotamiento del sistema nervioso con tendencia a volverse crónico, generando un desgaste que provoca síntomas depresivos. Sus síntomas principales son: cansancio físico, fatiga, falta de energía, dificultad para concentrarse, alteraciones del sueño, tristeza e irritabilidad.
Técnicamente, el estrés debería ser una reacción ante una situación peligrosa, que logre huir. Por esa razón es tan complejo que, al darse en un ámbito de trabajo, esas alternativas no estén disponibles. La persona no puede dejar de trabajar y esto es lo que comienza con la cronificación, con sucesivas alertas.
¿Cómo nace el estrés laboral?
Según investigaciones a cargo del Hospital Alemán, las causas se vinculan con la sobrecarga de trabajo, un exceso de responsabilidad y fundamentalmente la sobrevaloración de las nociones de éxito o fracaso que cada uno adjudica.
Los más afectados son aquellos individuos entre los 35 y 45 años de edad.
Prevención y tratamiento
Acciones como respetar el tiempo de almuerzo para lograr distenderse, llevar adelante algunas acciones de relajación por la mañana antes de levantarse y focalizarse en objetivos cumplidos, son actividades que podemos realizar para evitar estresarnos. En cuanto al tratamiento, se requiere combinar lo farmacológico con el apoyo psicológico. La prescripción de ansiolíticos o antidepresivos debe acompañarse con una ayuda terapéutica, generando estrategias que asocien nuestra vida más al placer que a la situación de obligación.
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