Los más pequeños, junto con los adultos mayores, son los más vulnerables a las bajas temperaturas. Estas sugerencias te informarán sobre cómo actuar cuando el termómetro comienza a bajar.
Nuestras abuelas recomendaban a nuestras madres que no nos saquen a la calle si el clima no acompañaba. Actualmente, todo cambió, y si bien es necesario tener ciertos cuidados con los bebés menores de 2 años, los especialistas indican que no existen inconvenientes a la hora de salir a pasear con tu bebé o llevarlo a la guardería si goza de buena salud.
Si bien los primeros fríos a veces son traicioneros, por los cambios bruscos de temperatura, no debés temer. Simplemente tomar algunos recaudos para vivir el otoño y el invierno con plenitud.
Salvo que las temperaturas sean excesivamente gélidas, un bebé no debe vivir encerrado en el hogar a la espera de que cambie el tiempo. El aire libre, aunque sea muy fresco, no es perjudicial para su salud.
Es más, los pediatras aconsejan sacar al bebé a la calle a diario, de ser posible hacia el mediodía, cuando el sol calienta más, pero evitando la exposición directa a los rayos solares (tené presente que aunque el cielo esté nublado, y la temperatura sea baja, la radiación puede afectarlo). Para protegerlo del frío llevalo con el cubre-cochecito y la cabeza con un gorro de algodón que también proteja sus oídos de las corrientes de aire.
En cuanto a la ropa más apropiada, es mejor que lleve varias capas delgadas que pocas capas muy gruesas. Así, si entrás en un lugar calefaccionado podrás quitarle alguna prenda para evitar que se sofoque. La regla que sugiere la pediatra es sencilla: ponele una capa más de la que vos llevás (si tenés frío, tu hijo también lo tendrá, pero la diferencia es que él va en el cochecito sin moverse y su organismo aún no regula bien la temperatura).
Por otro lado, es recomendable que las prendas no le queden demasiado ajustadas, para que no lo agobien. Los bebés no son capaces de indicarnos si se sienten incómodos, por eso debes evitar que tu hijo comience a transpirar por estar demasiado cubierto. Si llora puede deberse a que se siente mal porque está muy abrigado.
Un último consejo a la hora de salir a la calle o entrar en una casa: evitá que los cambios de temperatura sean muy bruscos porque son éstos, más que el frío, los verdaderos enemigos de la salud del bebé.
También es esencial que en casa tu hijo se sienta a gusto y protegido. Recordá que la temperatura ideal en el hogar está entre 20 y 22 ºC y que es necesario ventilar bien los ambientes todas las mañanas para renovar el aire. Por otra parte, tené presente que el calor de las calefacciones reseca las fosas nasales de tu bebé, lo que puede dificultar su función protectora ante los microorganismos. Por eso, es conveniente que humedezcas un poco el ambiente. En el mercado encontrarás humidificadores de todo tipo (debés limpiarlos bien a diario) pero si no tenés ninguno, podés usar un sistema casero: colocá encima de algunos radiadores toallas húmedas o recipientes de cerámica con agua.
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