En los últimos años se han hecho considerables avances en el conocimiento de la relación entre la depresión y la enfermedad cardiovascular, en esta nota te brindamos toda la información.
El trastorno depresivo es altamente tratable pero que puede afectar tanto a niños como adolescentes, adultos y ancianos, hombres y mujeres. Tiene impacto en el organismo, el estado de ánimo y la manera de concebir la realidad de todos los días. Así como en el ciclo normal del sueño, la actividad diaria y la alimentación.
Si bien, la causa específica se desconoce, se sabe que entran en juego la herencia, la biología y los factores psicológicos, sociales y ambientales.
Según datos de la OMS, actualmente entre el 15% y el 20% de la población mundial padece depresión y se estima que para el 2020 será la segunda causa de incapacidad en el mundo.
Es importante saber que el trastorno depresivo no es similar a un estado pasajero de tristeza, que puede ser considerado como una reacción normal ante un acontecimiento negativo. Pero, si dicho estado se prolonga en el tiempo o sus síntomas se agravan, impidiendo el desarrollo adecuado de la vida diaria, puede llegar a convertirse en un trastorno depresivo. Por eso, es imprescindible que la persona reciba un tratamiento médico adecuado.
¿Cuál es la relación de la depresión con la enfermedad cardiovascular?
En los últimos años se han hecho considerables avances en el conocimiento de la relación entre la depresión y la enfermedad cardiovascular, considerándola tanto un factor de incidencia de la enfermedad como un efecto post-infarto a atender.
En este sentido, la evidencia clínica permite señalar que:
- La enfermedad coronaria desencadena cuadros depresivos o agrava los preexistentes, aumentando el riesgo de mortalidad.
- La depresión puede coadyuvar al desarrollo de la enfermedad coronaria y desencadenar eventos agudos.
Por todo esto, es muy importante estar atentos a los cambios que se pueden notar en una persona deprimida:
- En la forma de ser (no es el mismo de antes).
- Tristeza reflejada en su expresión.
- Llanto frecuente.
- Se aísla fácilmente.
- Se molesta con facilidad.
- Se queja de malestar físico.
- Falta de arreglo personal.
- Aumento o disminución de peso.
- Dificultad para tomar decisiones.
- Se le olvidan las cosas.
- Se comporta en forma rebelde.
Es fundamental un diagnóstico precoz ya que muchas personas deprimidas son objeto de equivocadas creencias sobre la enfermedad mental, lo cual puede retardar el diagnóstico y como consecuencia su tratamiento.
Compartimos algunos consejos a tener en cuenta:
- Tener pensamientos positivos.
- Aceptarse a uno mismo.
- Ante los primeros síntomas recurrir a un médico.
- Expresar las emociones.
- Mantener un calendario diario uniforme.
- Seguir en todo momento y hasta el final el tratamiento impuesto.
- Reanudar las responsabilidades en forma lenta y gradual.
- Hacer ejercicio físico.
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