La capacidad de jugar permite a los chicos y las chicas elaborar y simbolizar la pandemia, según un estudio de UNICEF. No obstante, ya se percibe un “creciente agotamiento de esta capacidad de adaptación”. ¿Cómo hacer frente a este tema? Conocé más en esta nota.


-El estudio de UNICEF sobre el efecto de la pandemia en la salud mental en la niñez y adolescencia señala que las niñas y niños de entre 3 y 12 años desplegaron una gran capacidad lúdica y creativa. A través del juego, encontraron formas de expresión y de comunicación para hacer frente al confinamiento y el distanciamiento social. 

El acompañamiento de padres, madres, personas adultas de referencia es fundamental para explicar, contener y ayudar a procesar la angustia y la incertidumbre que genera esta segunda ola de COVID. Entre los 3 y los 12 años la presencia de adultos responsables en los juegos cobra especial significación. Juegan a ser “doctor o doctora”, a perseguir al “virus zombie” o encontrar científicos que crean vacunas: se involucran como agentes de cambio y elaboran sus emociones. 

-La investigación evidencia la necesidad de recuperar los espacios de intimidad que se pierden durante el confinamiento: la construcción de “casitas” o “carpas” de juego, permiten recuperar cierta autonomía dentro del hogar. 

-Si bien el juego funcionó como “escudo protector”, hay signos de agotamiento ante la prolongación de la pandemia. Se observan estados de irritabilidad, mal humor, enojo, fastidio e intolerancia. En algunos casos, hubo trastornos en la alimentación y el sueño. 

Entre las y los adolescentes el impacto es mayor. La falta de intercambio con sus pares y referentes adultos fuera del hogar se expresa en altibajos emocionales, desgano, enojo, irritabilidad, angustia y resignación. Estas emociones, en especial en quienes están por finalizar el ciclo secundario, aparecen ligadas a la incertidumbre respecto al futuro. En los sectores populares, la angustia se vincula con las privaciones materiales.  

Impacto de la pandemia
Familia. Entre los 3 a 12 años, la valoración positiva durante el aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO) se vinculó a la sensación de protección de parte de los adultos referentes. El lugar de la madre es central en el proceso de cuidado y genera sobrecarga de las tareas domésticas sobre las mujeres. Entre las y los adolescentes aumentaron los conflictos intergeneracionales: la falta de espacios de intimidad genera malestar y dificulta la construcción de autonomía. 

Escuela. El regreso a la escuela disminuye la angustia y la soledad, el enojo, la irritabilidad, la tristeza, los cambios en el sueño y alimentación que se presentan en periodos de aislamiento social. La educación a través de plataformas virtuales genera cierto agobio por la cantidad de tareas que no comprenden o no pueden realizar solas y solos o por la falta de dispositivos o de acceso a Internet. 

Cuidado. Niñas y niños de entre 6 y 12 años conocen y promueven las medidas de cuidado. Adolescentes y jóvenes se reivindican como un grupo que conoce e implementa las medidas de protección. Reclaman mayor participación y protagonismo en los protocolos de cuidados escolares. La estigmatización y la percepción de no ser tenidos en cuenta no favorece la construcción de ciudadanía.  

Futuro. Para niñas y niños, la vuelta a la presencialidad escolar era la expectativa de futuro más importante. También anhelaban volver a los espacios públicos, irse de vacaciones y ver a sus familiares. A partir del DISPO comenzaron a proyectar una “nueva normalidad”. En tanto para las y los adolescentes, las restricciones están ligadas a las pérdidas de proyectos. La vacuna aparece como un horizonte alentador

Recomendaciones para las familias

-Escuchar las preocupaciones y malestares de niñas, niños y adolescentes.
-Respetar sus opiniones y emociones, favorecer la expresión de sus pensamientos y hacerlos participes en la toma de decisiones.
Promover espacios lúdicos o artísticos donde puedan expresarse.  

Muchas de las emociones expresadas son esperables y requieren acompañamiento de los adultos. No obstante, se aconseja estar atentos a las manifestaciones recurrentes de desgano y apatía, que requieren de la consulta profesional. 

07 de julio de 2021
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