Constituye la tercera causa de muerte materna en el país. Los especialistas advierten que la incidencia de esta condición en la Argentina se encuentra en ascenso, y ya alcanza el 16% de los embarazos.
A una persona se la considera hipertensa cuando su presión arterial (PA) es igual o superior a los valores de 140/90 mmHg, en dos tomas con un intervalo de 15 minutos. “Una mujer padece hipertensión crónica cuando tiene Hipertensión Arterial (HTA) antes de las veinte semanas de embarazo (es decir, que ya padecía hipertensión previamente a embarazarse). En cambio, cuando la HTA se manifiesta después de la semana 20 se la denomina hipertensión gestacional. Durante el período de gestación la PA elevada puede generar complicaciones para la madre y el bebé si no se trata rápidamente, como por ejemplo preeclampsia (que en casos graves pone en peligro la vida del feto y de la madre) o un nacimiento prematuro, explican los especialistas de la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA).
El embarazo es una situación fisiológica en la cual el organismo pone determinados mecanismos en funcionamiento. Toda embarazada tiene cambios cardiovasculares independientemente de su edad y de sus enfermedades de base. Así, se produce un aumento del gasto cardíaco, es decir, del trabajo que realiza el corazón para expulsar un volumen de sangre adecuado a las necesidades del organismo mediante el aumento de la frecuencia cardíaca durante todo el embarazo y del volumen de sangre expulsado en cada latido. Otro cambio importante es el que se da con la presión arterial, que según esta adaptación cardiovascular al embarazo, va a descender en las primeras 20 semanas de gestación y luego intentará subir a los valores semejantes a los que tenía esta mamá antes del embarazo. Por ello, el control de la presión arterial es vital durante todo el mebarazo.
Los trastornos hipertensivos del embarazo son la tercera causa de muerte materna en el país, se sabe que aumenta mucho la mortalidad y morbilidad tanto materna como fetal. Hasta 2009 los datos locales mostraban que la incidencia de estos trastornos en los embarazos era del 13% y en los últimos años superan los 16% aproximadamente. El aumento es debido a la edad avanzada de la madre, lo que generalmente va de la mano con mayores niveles de obesidad, diabetes, colesterol elevado, falta de actividad física y de dietas sanas.
Actualmente, una mujer de 45 años puede quedar embarazada con un tratamiento de fertilidad, pero el riesgo cardiovascular es mucho mayor que a los 23 años. Hay más factores de riesgo cardiovascular a esa edad y esto hace posible que la mamá tenga más complicaciones durante su embarazo. Si bien, la mayoría de estos desórdenes se producen por una predisposición genética, al interactuar con factores del entorno, como múltiples experiencias adversas -sobre todo en las etapas tempranas de la vida- constituyen un terreno vulnerable sobre el cual las experiencias traumáticas o estresantes de la vida adulta los pueden desencadenar.
El mejor modo de prevenir los cuadros de HTA es mantener un estilo de vida saludable, incluso antes de comenzar la gestación. También tener una vida activa, con una dieta mediterránea variada y un adecuado aporte de productos lácteos, lo cual puede retrasar la aparición de un problema durante la gestación, o al menos facilitar su manejo. En la dieta de la mujer embarazada no deben faltar las proteínas, imprescindibles para un adecuado crecimiento del feto. Otro dato importante es que la mujer embarazada e hipertensa debe alimentarse con una dieta normosódica, o sea, que no debe estar totalmente desprovista de sal. De hecho, es el único caso de HTA en el que no se prohíbe la sal, pero sí la moderación de ingesta.
Las mujeres con más riesgo de sufrir complicaciones en el embarazo son aquellas que presentan sobrepeso u obesidad, embarazos múltiples, las menores de 20 años y las mayores de 40 años o las que ya presentaron estos problemas en embarazos previos. Las embarazadas deben consultar al médico de manera urgente cuando su presión arterial supere los 140/90 mm Hg, y cuando tengan los siguientes signos de alarma: visión borrosa o nublada, dolor de cabeza intenso, náuseas y/o vómitos persistentes, si notan una disminución o ausencia de movimientos del bebé, si registran dolor en el abdomen superior derecho o en la boca del estómago, si padecen fotofobia (intolerancia a la luz) o si advierten una exagerada tendencia al sueño (somnolencia).
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