Con la revolución tecnológica, tener acceso a la información es tan útil como riesgoso. La medicina no queda al margen, tanto para consultar enfermedades como al tratarse de prácticas deportivas. Tal es así, que a las creencias de siempre, se le suman mitos que la gente adopta simplemente porque se perciben como lógicas o razonables popularmente.
Uno de los mitos clásicos es pensar que cuanto más se transpire es mejor, porque elimina una mayor cantidad de grasas. Esto es falso. Al abrigarnos mucho para salir a correr, por ejemplo, solo estamos generando mayores probabilidades de perder sales corporales, disminuir la presión corporal e incluso, en casos extremos, desmayarnos.
Algo que también es común escuchar es tomar los dolores del cuerpo como señales de que el ejercicio está dando frutos. La realidad es justamente lo opuesto. El dolor es un modo que encuentra nuestro organismo para decirnos que algo no funciona bien. No debemos confundir esto con molestias o cansancio intenso, sobre todo si estamos empezando algún deporte.
Por otro lado, se habla mucho de que, si lo que deseamos es bajar la «panza», el único método efectivo son los abdominales. Si bien es cierto que ayuda mucho, el secreto se vincula con un balance en nuestra alimentación relacionado con la actividad física.
Si nos referimos a la natación, probablemente encontremos con que «afloja los músculos». No hay mito más errado que este. La natación no disminuye la fuerza muscular y, además, acelera el metabolismo, con lo cual suele ser aconsejado para personas que necesitan bajar de peso.
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