El ACV es una afección producida por la pérdida del flujo sanguíneo cerebral o por el sangrado dentro de la cabeza. En ambas situaciones las neuronas pueden lesionarse o morir. Sin embargo, estudios médicos demuestran la importancia de la prevención y la atención temprana. ¿Cuáles son sus causas, efectos y cómo prevenirlo? Leélo en esta nota.
Según el Ministerio de Salud el ACV es la primera causa de invalidez en Argentina, que provoca 18.000 muertes anuales. Es la séptima causa de muerte definida en el país, y representa el 6% del total anual.
Trastornos visuales, sensitivos, motores, del
lenguaje, del equilibrio y de coordinación motora, son algunos de los síntomas principales
presentes en un ACV. Las edades más propensas para sufrirlo son de 20 a 50
años. Si bien la mayor incidencia se da en personas mayores a 45 años, los más
jóvenes e incluso los chicos no están exentos y en el caso de quiénes lo sufren
las causas más comunes se deben a problemas vasculares.
Existen factores de riesgo como la presión arterial alta,
anticonceptivos, diabetes, colesterol alto, mala circulación, estrés y un
estilo de vida poco saludable a través del
consumo de drogas, alcohol, tabaquismo o sedentarismo.
Hoy, estudios médicos demuestran que a través de la prevención podría evitarse el desenlace de un ACV. Hay que tener en cuenta el perfil de cada paciente para saber cuáles son sus factores de riesgo. También es fundamental cuidarse y hacer actividad física, una dieta adecuada, controlar el peso y realizarse los chequeos cardiovasculares.
Ante los síntomas principales:
debilidad o falta de fuerza muscular,
ceguera, adormecimiento de extremidades (hormigueos), dificultad en el habla, perdida del
equilibrio y desviación de la comisura labial, hay que concurrir inmediatamente a un
centro de atención o llamar a un sistema de emergencias para ser estudiado
rápidamente y cumplir con todos los procedimientos necesarios.
Al sufrir de un ACV se hace un diagnóstico, en tanto sea un hematoma importante
que pueda ir progresando o una arteria que está obstruida, que se puede
desobstruir con anticoagulantes.
La clave es comenzar el proceso de rehabilitación de forma temprana para evitar secuelas de los trastornos tardíos. En los casos agudos se trata con medicamentos. Finalizada esta etapa hay que seguir el tratamiento kinesiológico y otros cuidados que ayudan a evitar las infecciones, escaras ( se producen cuando la piel y el tejido subyacente resultan dañados) trastornos respiratorios, infecciones urinarias, etc.
Dependiendo de las necesidades del paciente, se trabaja con terapia física, fonoaudiología, terapia ocupacional, apoyo psicológico y equipo de ortesis, silla especial y férulas.
Consejos de ALPI ( Asociación Civil y Centro de Atención que cuenta con un equipo profesional médico experto en rehabilitación de lesiones motoras y del lenguaje):
-Si reducimos tres gramos el consumo de sal
diario, evitaríamos en 2020 más de 100.000 ataques cerebrovasculares.
-Realizar actividad física y controlar la presión arterial.
-El tabaquismo cuadriplica los riesgos de enfermedad cardiovascular y ACV.
-El uso desmesurado de alcohol y drogas son factores de riesgo.
-Los síntomas principales dependen del sector cerebral afectado. Puede haber trastornos visuales, sensitivos, motores, del lenguaje, del equilibrio y de coordinación.
-Después de los 40 o 50 años la mejor actividad física es caminar.
-El estrés provoca problemas cardiovasculares
y otro tipo de enfermedades.
-Si la rehabilitación es precoz, mejor es el pronóstico, ya que se evitan las
secuelas de los tratamientos tardíos.
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