Ruborización persistente, vasos sanguíneos visibles, ronchas, granos o ardor son algunos de los síntomas de esta enfermedad crónica de la piel que afecta a más de 40 millones de personas en el mundo.
La mayoría de los casos se presentan en adultos, generalmente entre los 30 y 50 años, y que si bien puede afectar a todo tipo de personas, es más frecuente en mujeres de piel clara.
La dermatóloga Cristina Pascutto aseguró que «tiene un efecto negativo: el 21% de los pacientes evita socializar y hasta cancela compromisos por el estado de su piel».
Es muy importante conocer los factores que estimulan el enrojecimiento facial y así evitarlos. Estos son: las temperaturas extremas, la exposición al sol, ambientes demasiado calurosos, bebidas alcohólicas, alimentos muy condimentados, el cigarrillo y el estrés.
La especialista Adriana Raimondi por su parte, agregó que deben evitarse productos con perfume ni los diseñados para el acné, ya que son demasiado fuertes.
En cuanto a su tratamiento, puede ser tópico u oral, dependiendo del grado de la enfermedad. En casos leves se receta el metronidazol tópico y, si estamos ante grados más profundos, se recomienda la doxiciclina, ideal para lesiones inflamatorias como pápulas y pústulas.
Con respecto a los tratamientos con tecnologías de última generación, las especialistas recomendaron la luz pulsada: «Para eliminar el eritema, las telangiectasias superficiales (pequeñas venitas) y la hiperpigmentación se puede aplicar luz pulsada intensa pero sólo entre marzo y octubre, cuando la radiación solar no es tan fuerte», aclararon.
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