
En Argentina, uno de cada tres adultos tiene prediabetes, una condición silenciosa que aumenta el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. La Dra. Susana Gutt, médica especialista en nutrición de los consultorios APSOT, explica por qué es importante detectarla a tiempo y qué hábitos ayudan a evitar complicaciones.
“La prediabetes es como cruzar una calle ancha: de un lado de la vereda están los sanos; del otro, los que ya tienen diabetes. La prediabetes es lo que tardás en cruzar la calle, no estás sano, pero tampoco tenés diagnóstico de enfermedad”, grafica la Dra. Susana Gutt, médica especialista en nutrición, miembro de la Sociedad Argentina de Diabetes y profesional de los consultorios de APSOT*.
Desde el punto de vista clínico, la prediabetes es una condición en la que los niveles de azúcar se encuentran por encima de lo normal (70 a 100 mg/dL), pero sin alcanzar los valores diagnósticos de diabetes tipo 2 (mayores a 126 mg/dL). Se trata de una forma de disglucemia, es decir, una alteración en los niveles normales de azúcar en sangre, que suele aparecer cuando el páncreas comienza a fallar en su producción de insulina.
Dado que esta disglucemia aumenta el riesgo de desarrollar diabetes y enfermedades cardiovasculares, ya que daña progresivamente las arterias, favoreciendo infartos o accidentes cerebrovasculares, en los últimos años se incorporó la prediabetes como una condición a diagnosticar y abordar activamente.
“La prediabetes y la diabetes tienen un componente genético claro, pero son los factores del entorno —como la mala alimentación, el sedentarismo y el estrés— los que determinan si esa predisposición se expresa o no”, agrega Gutt.
¿Por qué es importante detectarla?
Desde 2020, la Asociación Americana de Diabetes (ADA, por sus siglas en inglés) recomienda no solo diagnosticar la prediabetes, sino también tratarla, en ciertos casos con medicación, para evitar su progresión a diabetes tipo 2.
“Ya no se trata solo de observar. Si hago un diagnóstico e intervengo, puedo evitar que se cruce de calle o retrasar la progresión hasta una década”, señala Gutt retomando la metáfora con la que describió a la prediabetes. Una simple extracción de sangre en ayunas permite detectarla.
Lo que dice la evidencia
“La prediabetes no es solo una advertencia: es una etapa en la que ya pueden aparecer complicaciones y que debemos abordar cuanto antes”, afirma Gutt.
Como miembro de la Sociedad Argentina de Diabetes, la médica hace referencia a una publicación del Dr. Víctor Commendatore que resume algunos puntos clave:
- El riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 a 7 años de seguimiento aumenta en quienes ya tienen prediabetes.
- Las alteraciones en la producción de insulina comienzan incluso antes del diagnóstico: desde valores en ayunas de 90 mg/dL ya se registran cambios, que se hacen más evidentes a partir de los 100 mg/dL.
- Las complicaciones microvasculares —que afectan ojos, riñones y nervios— pueden comenzar durante la etapa de prediabetes, manifestándose como retinopatía, nefropatía y neuropatía.
- Las complicaciones macrovasculares, como los infartos y los ACV, también pueden originarse en esta etapa. Sin embargo, no todas las personas con prediabetes las desarrollan: el mayor riesgo se observa en quienes luego progresan a diabetes tipo 2.
- En niños y adolescentes con glucemia alterada —generalmente asociada a obesidad—, el deterioro de la secreción de insulina es más rápido que en adultos, lo que eleva el riesgo cardiometabólico.
- Además, la resistencia a la insulina suele comenzar años antes del diagnóstico de prediabetes, influenciada por el sedentarismo, la mala alimentación y la inflamación crónica de bajo grado.
El papel del estilo de vida
Cambiar el estilo de vida es la estrategia más efectiva para prevenir la progresión de la prediabetes. “La alimentación moderna se caracteriza por un alto consumo de alimentos ultraprocesados, con exceso de grasas y azúcares simples, y una baja incorporación de vegetales, cereales integrales, legumbres, carnes magras y lácteos descremados. Además, los jugos industrializados, las bebidas gasificadas y el alcohol aportan grandes cantidades de azúcares simples, lo que favorece la aparición de prediabetes en personas con predisposición genética”, advierte Gutt.
Esto se refleja incluso en edades tempranas: “Hoy tenemos niños que consumen jugos azucarados desde la vianda escolar. Son productos con alta carga de azúcar que favorecen el desarrollo de obesidad y prediabetes en edades muy tempranas”, alerta.
La especialista también señala la importancia de evitar el llamado “hambre hedónico”: esa tendencia a buscar consuelo o gratificación en alimentos poco saludables.
“También es importante cuidar el sueño: dormir en ambientes oscuros, ventilados, sin pantallas y con rutinas estables mejora el descanso.”
“Es más importante prevenir la prediabetes, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares que llegar después a tratar estas enfermedades”, afirma Gutt. “¿Qué tenemos que hacer? Comer saludable, movernos todos los días —con actividad aeróbica y también de fuerza— y dormir bien.”
* Susana Gutt es magister en Educación y médica del Hospital Italiano de Buenos Aires. Es directora de la Diplomatura en Cirugía Metabólica Universidad Austral y de la Diplomatura en Educación Terapéutica en Diabetes y otros factores de riesgo cardiovascular Universidad Nacional Nordeste (UNNE). Es miembro titular de la Sociedad Argentina de Nutrición, Sociedad Argentina de Diabetes y de la Sociedad Argentina de Cirugía de la Obesidad.
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