Para poder hablar de los endulzantes no nutritivos, primero debemos saber qué son. Entonces, según el Código Alimentario se denominan edulcorantes a «un grupo de aditivos alimentarios que le proveen sabor dulce a los alimentos sin aportar calorías o bien, aportan en cantidad insignificantes». Los más populares en Argentina son: aspartamo, acesulfante K, sacarina, ciclamato, sucralosa y stevia.
¿Es solo mala prensa?
Lo primero que aparece es la llamada quimiofobia, es decir, el prejuicio contra sustancias químicas. Esto no implica que no haya compuestos químicos nocivos, pero es importante distinguir entre el temor fundado hacia un metal como puede ser el plomo a extender ese miedo a todo lo relacionado a la química. La aprensión suele aparecer con los químicos sintéticos. Recordemos lo siguiente: que algo sea sintético no quiere decir que sea peligroso, del mismo modo que un compuesto natural no siempre puede ser inofensivo. La realidad es que la toxicidad de un compuesto químico no reside en su su origen es natural o de síntesis sino, específicamente, en la dosis administrada.
Además de las ideas en torno a los edulcorantes hay algo real, y se trata de cómo podrían contribuir en la pandemia de la obesidad y la diabetes de tipo 2. Y cómo hacer entonces si se quiere iniciar una dieta o plan para perder peso Como dijimos, la clave está en la cantidad que consumamos. No se trata de equiparar la falta de azúcar por cantidades industriales de edulcorante, sino de ser moderado y evitar sobrepasarse.
Se preguntarán entonces ¿Cómo contribuye al sobrepeso? Sucede que al entender que los edulcorantes no aportan azúcar utilizan ese ahorro para poder comer más, y en ese proceso se suman kilos.
La verdad es que aun hoy no existen estudios fehacientes que determinen si los edulcorantes son realmente malos para la salud. Mientras tanto, debemos ser prudentes con nuestros hábitos.
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