El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) se va haciendo más complejo con la edad del paciente, especialmente si éste no es diagnosticado y tratado adecuadamente de forma precoz. Conocé más sobre este trastorno que muchas veces es difícil de diagnosticar en los adultos.

Al principio sólo se muestra a través de desatención, hiperactividad e impulsividad, pero comienza a afectar al desarrollo del aprendizaje, y luego al comportamiento. La llegada a la adolescencia suele ser una etapa crítica. Se resalta el riesgo de fracaso escolar, que está multiplicado en estos pacientes.

En La Argentina, la prevalencia de TDAH en la edad adulta se calcula en alrededor de un 5% de la población en menores de 18 años, es decir, es similar al del resto del mundo. Ese porcentaje representa dos casos cada 20 niños; es decir que en promedio hay un caso por aula de TDAH. En los adultos el porcentaje es de alrededor del 2% , sin embargo, en nuestro país está subdiagnosticado.

LOS SÍNTOMAS

Los síntomas nucleares en el adulto son los mismos que en las etapas anteriores de la vida, es decir, dificultades atencionales, hiperactividad e impulsividad.

Lo que suele pasar es que la expresión de esos síntomas es diferente. Por ejemplo, la hiperactividad muchas veces es referida como una sensación de inquietud interna, más que la hipercinesia que se ve en los niños. Son muy relevantes las dificultades atencionales, que ahora afectan a su funcionamiento laboral, en forma de errores recurrentes o de despistes, así como la impulsividad, que en la edad adulta es más verbal que física.

Otros problemas como ansiedad, depresión o consumos de alcohol o drogas,  suelen ser los principales problemas asociados a un TDAH no tratado adecuadamente, habitualmente con una sensación crónica de ‘no llegar’ o de no poder ofrecer la mejor versión de uno mismo, con el consecuente menoscabo de la autoestima.

Según indica, el TDAH se podría visualizar como una mochila muy pesada con la que la persona trata de crecer de manera lo más armónica posible, pero que siempre esta ahí.
El TDAH debe entenderse como un factor de riesgo evolutivo.

Al principio puede que sólo sea algo de desatención e hiperactividad, pero es muy frecuente que evolucione desarrollando otros problemas. Algunos trastornos como la ansiedad, pero también el fracaso escolar, o un menor rendimiento académico, problemas sociales y de pareja, consumos de alcohol y drogas, más accidentes de tráfico, e incluso esta población tiene su riesgo de mortalidad por accidente aumentada.

UN CORRECTO DIAGNÓSTICO

Lo primero que se debe hacer es un correcto diagnóstico, así como una adecuada atribución de los síntomas, para desde ahí poder ayudar a la persona con TDAH.

En muchas ocasiones, con el mero diagnóstico el paciente ya toma conciencia de su problema, comienza a ordenar sus síntomas y a dar sentido a lo que le ocurre. Ese es un  primer paso muy importante. A partir de ahí, el tratamiento debe ser individualizado.

Hay recursos farmacológicos y psicoterapéuticos muy útiles, pero siempre acompañando al paciente en su transformación, hacerlo a su ritmo, según su necesidad y no cambiar aquello que funciona.

La mayor parte de los adultos que hoy se tratan con TDAH no fueron diagnosticados en la infancia. Finalmente, un estudio científico en adultos con TDAH encontró que el retraso en el diagnóstico empeora la calidad de vida. Por lo tanto, la detección temprana de este trastorno es fundamental.

01 de octubre de 2020
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