Al igual que nos sucede a los adultos, los niños en vacaciones cambian sus rutinas habituales. Están más relajados y nosotros solemos ser más flexibles con los horarios, y como es normal, estos cambios repercuten también en la alimentación de los más chiquitos de la casa. Te compartimos 11 claves para mantener una alimentación saludable.

Correcta hidratación

La hidratación es esencial para un buen estado de salud y prevenir los golpes de calor. Hay que tener en cuenta que la práctica de ejercicio físico conlleva la pérdida de líquidos de una forma más rápida que podría desembocar en una deshidratación.

Cada día deben beber toda el agua que necesitan, y no sustituirla por bebidas azucaradas, gaseosas o refrescos, aunque sí podemos ofrecer agua con sabores frutales preparada por nosotros mismos. En caso de que nuestro bebé se alimente de lactancia materna exclusiva, es más importante que nunca ofrecerle el pecho a demanda y aumentar también nuestra hidratación.

Aumentá el consumo de frutas y verduras

Son muy hidratantes, además de ser una importante fuente de vitaminas y minerales. Apostá por platos de frutas y verduras que combinen distintos colores, y por frutas de temporada como el melón, la sandía, el durazno o las ciruelas. Todas estas frutas pueden ofrecerse a partir de los seis meses como parte de la alimentación complementaria.

No descuides la forma de cocinar

La plancha, los hervidos, el vapor o asado, si se hace con ingredientes saludables, son maneras de cocinar perfectas para esta época del año. Asimismo,evitemos los alimentos precocinados, comidas rápidas y fritos.

Optá por platos frescos y ligeros

Sopas frías, ensaladas, cremas o gazpachos son un gran aliado para complementar nuestras comidas, cenas y meriendas de forma equilibrada, además de ayudarnos a combatir el calor.

Evitá cenas copiosas antes de dormir

La cena ha de ser más ligera que el almuerzo. No se la ofrezcas al niño justo antes de acostarse, ya que irse a dormir con el estómago lleno podría ocasionarle malestar y dificultad para conciliar el sueño.

Recetas de verduras, sándwiches ligeros y saludables, platos sencillos preparados al microondas o recetas fresquitas y nutritivas son excelentes opciones.

Intentá que los horarios de comidas no se alteren demasiado

En verano es normal que los horarios y rutinas se trastoquen, y aunque es una época para disfrutar al máximo sin estar pendientes del reloj, conviene mantener horarios estables para cada comida, especialmente con niños pequeños.

Esto suele evitar variaciones en el apetito, picoteos poco saludables a deshoras o atracones que pueden generar malestar o incluso influir en el peso.

Alimentos seguros en cualquier situación

Con el verano llegan las ganas de salir de excursión, de realizar comidas campestres o playeras, barbacoas y picnics. En estos casos es muy importante extremar las precauciones con la forma de cocinar, transportar y almacenar los alimentos, ya que el calor puede hacer proliferar bacterias que alteren el estado de los alimentos y provocarnos una intoxicación.

No fuerces al niño a comer

Es habitual que con el calor, los niños y bebés tengan menos apetito y reduzcan la ingesta de alimentos. No obligues a los chicos a comer, y respetálos cuando nos digan que no quieren más.

La pérdida de apetito es muy común en verano y suele ser pasajera, pero si notás que tu hijo lleva un tiempo sin querer comer o comiendo poco, consultá al pediatra.

Respetá las digestiones

Aunque no se trata de hacer una digestión de dos horas como cuando éramos pequeños, sí es importante que el niño entienda que debe respetar un cierto tiempo de reposo tras la comida principal para evitar el síndrome de hidrocución debido a un cambio brusco de temperatura a la hora de meterse en el agua.

Helados sí, pero con moderación

Los helados, debido a sus grandes cantidades de azúcar y grasas saturadas, no deberían consumirse de manera habitual, aunque no hay problema en ofrecer al niño un helado de manera ocasional, siempre que el resto de su dieta sea variada y equilibrada.

Comer en familia

Inculcá a los niños importantes y saludables hábitos alimentarios. Por un lado, comenzarán a mostrar interés por los alimentos que se comen en casa, algo que podemos aprovechar para introducirles en nuevos sabores y texturas. Por otro lado, podrán compartir anécdotas y vivencias, pasando un rato divertido alrededor de la mesa.

En definitiva, aunque es normal que en verano se alteren los hábitos de nutrición de los niños y de toda la familia y nos demos más de algún capricho, sí hay ciertas recomendaciones que conviene seguir para que la alimentación de los más pequeños no se descontrole y acabe pasando factura.

08 de diciembre de 2022
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